Nadie sabe si al fin te alcanzaremos:
cazadores demasiado torpes para tu huella
y para esa luz que oculta permanece en el fuego.
Sólo ardiendo lograrás
un verso que me rinda,
dice tu voz perdida en la hojarasca.
Y nadie sabe si al fin te alcanzaremos, cegadora.
En la densa claridad de los trópicos
lo único cierto es que te seguimos.
Con fiebre.
EDEL MORALES
viernes, 5 de octubre de 2007
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