miércoles, 3 de octubre de 2007

En la puerta del teatro

En la puerta del teatro,
cuando ya ha comenzado la función:
¿qué acontecimientos espera?

Más de una hora estuvo así:
la mano abierta,
registrando rasgos aislados
—ese modo de ser, el ambiente extraviado y fácil
de la gente que llega al concierto.
El pequeño libro azul —forrado en tela,
ilustrado con viñetas de un conocido pintor—
permanece abierto, como la mano que escribía,
a la espera de algún acontecimiento
que confirme qué.

(...en una ocasión igual, diez años atrás,
habrías luchado
un buen sitio en la platea, cerca del escenario,
habrías gritado, soñado, vivido, pagado cinco veces
el valor de la entrada. más de una noche
la mano mostró hábilmente el reverso del billete,
los verbos rayados sin estudios ni meditación
pero admirables, vivos, libres,
admitidos como parte de un ambiente y un modo de ser
naturales en la fiebre del concierto.
escritas al vuelo, dictadas con velocidad, tus preguntas
iban del acontecimiento a la impresión a la idea,
sin ocultar o pretender o fingir nada:
como va en los solos de guitarra
el arpegio libre de la primera cuerda
hacia la plenitud en una sala abarrotada...)

Los signos dibujados,
grabados,
marcados en la piel desnuda
—esos raros tatuajes que apenas reconoce—
eran diez años atrás su vida.
El libro —azul, forrado en tela—
permanece abierto,
pero la mano ya no escribe:
estruja el cromo, los hilos de oro,
la tarjeta de invitado —ni siquiera oculta,
ni siquiera finge
un poco de extravío y hermosura.

En la puerta del teatro.
Solo.
Cuando ya ha terminado la función:
¿Qué acontecimientos espera,
qué impresión, qué pregunta, qué idea.


EDEL MORALES

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