Tienes la cólera,
el enigma, la sabiduría,
la altiva belleza,
el halo de luz,
y el deseo irrefrenable
que extravía la razón.
Así debieron ser las diosas
que cantaban los antiguos.
Alberto Edel Morales Fuentes
Con cierta elegancia
miércoles, 30 de abril de 2008
Salones colectivos
Ejercita su vientre y me convida, casi lateral,
a proponer un ciclo en la geometría del movimiento.
No tan joven, la muchacha que ejercita su vientre
en los salones colectivos, quisiera también una mano deslizada,
un masaje en la espalda, una porción de crema
en los intersticios de la piel que el sudor hace lustrosa.
Cada tarde antes del baño, ella se sitúa
entre el alto espejo de pared y los cojines rojos
donde acostumbro leer a Heredia, Zenea, Martí, Casal, Guillén...
Yo recobro las palabras de un país, los ciclos en que se gesta
el movimiento oculto de la imagen, que después acogen multitudes.
Ella recorre la distancia mínima entre mi voz
y las últimas cremas importadas de Europa, ejercita su vientre,
pedalea con las piernas hacia el falso techo.
En el alto espejo que diluye la caída de los cuerpos
y de los antiguos valores, la imagen nos convida,
nos acoge múltiples, entre las manchas repetidas del azogue.
Alberto Edel Morales Fuentes
Con cierta elegancia.
a proponer un ciclo en la geometría del movimiento.
No tan joven, la muchacha que ejercita su vientre
en los salones colectivos, quisiera también una mano deslizada,
un masaje en la espalda, una porción de crema
en los intersticios de la piel que el sudor hace lustrosa.
Cada tarde antes del baño, ella se sitúa
entre el alto espejo de pared y los cojines rojos
donde acostumbro leer a Heredia, Zenea, Martí, Casal, Guillén...
Yo recobro las palabras de un país, los ciclos en que se gesta
el movimiento oculto de la imagen, que después acogen multitudes.
Ella recorre la distancia mínima entre mi voz
y las últimas cremas importadas de Europa, ejercita su vientre,
pedalea con las piernas hacia el falso techo.
En el alto espejo que diluye la caída de los cuerpos
y de los antiguos valores, la imagen nos convida,
nos acoge múltiples, entre las manchas repetidas del azogue.
Alberto Edel Morales Fuentes
Con cierta elegancia.
sábado, 9 de febrero de 2008
Entre dos intolerancias
Entre dos intolerancias:
así vamos viviendo, sobre-
vaciando el día,
la radical oculta en los espejos.
Así vamos: educados en la razón fundamental,
tablero magro entre dos antagonismos
que disputan su partida.
Apresados de a tres por bando, de uno en fondo
hacia la muerte, así vamos,
gente que se crece en la lucha,
hijitos plenos del encono y la abominación.
Para volver un día
soñamos, saludables y solemnes
a veces soñamos
la radical oculta en los espejos.
Como adolescentes febriles procuramos distancia,
soñamos un tiempo lejos, un tiempo D
que habrá que construir.
Y así vamos viviendo, sobre-
vaciando el día, apresados en el fondo oscuro
entre dos intolerancias obcecadas
que disputan nuestras vidas.
Edel Morales
Con cierta elegancia
así vamos viviendo, sobre-
vaciando el día,
la radical oculta en los espejos.
Así vamos: educados en la razón fundamental,
tablero magro entre dos antagonismos
que disputan su partida.
Apresados de a tres por bando, de uno en fondo
hacia la muerte, así vamos,
gente que se crece en la lucha,
hijitos plenos del encono y la abominación.
Para volver un día
soñamos, saludables y solemnes
a veces soñamos
la radical oculta en los espejos.
Como adolescentes febriles procuramos distancia,
soñamos un tiempo lejos, un tiempo D
que habrá que construir.
Y así vamos viviendo, sobre-
vaciando el día, apresados en el fondo oscuro
entre dos intolerancias obcecadas
que disputan nuestras vidas.
Edel Morales
Con cierta elegancia
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sábado, 19 de enero de 2008
Watching cars run West
The usually noisy and sweet streets
of the small cities in the center of Cuba,
end up almost deserted in the winter months.
I have experienced that extreme quietness.
Scholars are gone to discover the world,
and a peace, a long and estrange absence,
covers walls and sneaks into buildings.
Clubs, cultural spots and sport fields
resemble a carefully organized set
waiting for the actors to go on with the filming.
In the small cities of the center of Cuba
is all waiting and absence in the winter months.
I have experienced that extreme quietness.
February nights, in the isolated corner of Libertad and Paseo,
watching cars run West.
Like watching a fresh-skinned and black-haired girl
walking with pleasure towards another man.
Edel Morales. Viendo los autos pasar hacia Occidente
Translator: Julio César Llópiz.
of the small cities in the center of Cuba,
end up almost deserted in the winter months.
I have experienced that extreme quietness.
Scholars are gone to discover the world,
and a peace, a long and estrange absence,
covers walls and sneaks into buildings.
Clubs, cultural spots and sport fields
resemble a carefully organized set
waiting for the actors to go on with the filming.
In the small cities of the center of Cuba
is all waiting and absence in the winter months.
I have experienced that extreme quietness.
February nights, in the isolated corner of Libertad and Paseo,
watching cars run West.
Like watching a fresh-skinned and black-haired girl
walking with pleasure towards another man.
Edel Morales. Viendo los autos pasar hacia Occidente
Translator: Julio César Llópiz.
sábado, 5 de enero de 2008
El largo jueves
T
O
D
O
el
largo
jueves
en tertulias por El Vedado;
luego, pasar a verte
–es posible, el jueves, ya tarde,
pasar a verte– es posible,
un beso, un gran beso en la boca morbosa,
el jueves –una hora de jueves,
para arreglar el mundo–
(siempre)
antes de
la noche larga
el largo día pretencioso y mísero
(siempre)
arreglar el mundo,
construir un Jardín, un parlamento bonito
en tertulias por El Vedado
–misión imposible–
(siempre)
la tarde viciada,
la trilzura achicada de la tarde
en el largo jueves de pasar a verte
a una hora ajustada
(siempre)
con el sabor del café en los labios
con el limpio aroma de las muchachas en flor
que llega y se instala
y que también se extingue
(siempre)
Edel Morales
Con cierta elegancia
O
D
O
el
largo
jueves
en tertulias por El Vedado;
luego, pasar a verte
–es posible, el jueves, ya tarde,
pasar a verte– es posible,
un beso, un gran beso en la boca morbosa,
el jueves –una hora de jueves,
para arreglar el mundo–
(siempre)
antes de
la noche larga
el largo día pretencioso y mísero
(siempre)
arreglar el mundo,
construir un Jardín, un parlamento bonito
en tertulias por El Vedado
–misión imposible–
(siempre)
la tarde viciada,
la trilzura achicada de la tarde
en el largo jueves de pasar a verte
a una hora ajustada
(siempre)
con el sabor del café en los labios
con el limpio aroma de las muchachas en flor
que llega y se instala
y que también se extingue
(siempre)
Edel Morales
Con cierta elegancia
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jueves, 29 de noviembre de 2007
Lejos de la corriente, de Edel Morales.
Fernando Sánchez Zinny
En verdad, no sé quien es Edel Morales, pero basta con expresar algo tan sencillo para sentir que se está hablando con la liviandad propia de una conversación del momento. En efecto, no sé quién es, no lo sé biográficamente y tampoco lo he tratado. Pero ocurre que desde un punto de vista más reflexivo y más humano sé bien lo que es: es un poeta genuino y trascendente. Saber esto ya es saber bastante y entraña la certeza de conocer a quién está atrás o a lado de ese poeta, pudiendo ser acaso gratificante en cuanto a tratar a una persona con seguridad interesante, no añadirá gran cosa acerca de lo que realmente importa y que en este libro se personifica cabalmente, como es la decidida asunción, por parte de alguien, de una clara y fuerte voz poética.
Por las fechas y títulos que figuran, se deduce que la presente obra de este poeta cubano nacido en 1961 reúne 25 años de labor, trayecto que denotan modulaciones diversas: lo existencial, lo vivencial, lo literario, los viajes del cuerpo y del sentimiento, y aun la ingeniosidad, se suman en un conjunto rico y multánime. con visos de compilación pero dentro de una ejemplar unidad de sentido y de aspiración. De las referencias imprecisas extraigo que vive o ha vivido entre nosotros. En tanto, las precisas circunstancias de los poemas revelan, con meridiana claridad, la determinación de alguien que sabe y quiere balancear de modo estricto su obra entre la prudencia expresiva y la intensidad conceptual. El de Morales es un manejo que de procura ser literario y que presta enorme atención al desarrollo de los períodos, a la conclusión de los temas, al delicado crescendo en que suelen finalizar estrofas y poemas; en fin, a una especie de contención clásica por lo común ajena a la facilidad emotiva. Hay destinos y el de este poeta parece ser, abiertamente, un destino en las letras, aceptado con devoción y exacto entendimiento de los limites, que a veces se manifiesta sentencioso: “Cuando termine el silencio habrá nuevas voces”. Y otras, elusivo “Todo se oculta frente a la claridad de este instante. / Y aun asi, vuelves a estar de espaldas a la puerta”. Pero de pronto la voz queda como transida y el literato toca los extremos del hombre. Entonces dice: “Que la tristeza no me impulse hacia el mar. / Costas de La Habana, abiertas / en los días de invierno de mil novecientos noventa, / que la tristeza no me obligue a ser otro...” O cuando lúcidamente justifica el nombre del libro: “…traduzco para un amigo estos versos, / hechos con una rara claridad que los condena / y los aleja de cualquier estética al uso: / Serán barridos hacia otro horizonte, lejos de la corriente...” Realmente, un poeta mayor y una obra de profundo significado.
En verdad, no sé quien es Edel Morales, pero basta con expresar algo tan sencillo para sentir que se está hablando con la liviandad propia de una conversación del momento. En efecto, no sé quién es, no lo sé biográficamente y tampoco lo he tratado. Pero ocurre que desde un punto de vista más reflexivo y más humano sé bien lo que es: es un poeta genuino y trascendente. Saber esto ya es saber bastante y entraña la certeza de conocer a quién está atrás o a lado de ese poeta, pudiendo ser acaso gratificante en cuanto a tratar a una persona con seguridad interesante, no añadirá gran cosa acerca de lo que realmente importa y que en este libro se personifica cabalmente, como es la decidida asunción, por parte de alguien, de una clara y fuerte voz poética.
Por las fechas y títulos que figuran, se deduce que la presente obra de este poeta cubano nacido en 1961 reúne 25 años de labor, trayecto que denotan modulaciones diversas: lo existencial, lo vivencial, lo literario, los viajes del cuerpo y del sentimiento, y aun la ingeniosidad, se suman en un conjunto rico y multánime. con visos de compilación pero dentro de una ejemplar unidad de sentido y de aspiración. De las referencias imprecisas extraigo que vive o ha vivido entre nosotros. En tanto, las precisas circunstancias de los poemas revelan, con meridiana claridad, la determinación de alguien que sabe y quiere balancear de modo estricto su obra entre la prudencia expresiva y la intensidad conceptual. El de Morales es un manejo que de procura ser literario y que presta enorme atención al desarrollo de los períodos, a la conclusión de los temas, al delicado crescendo en que suelen finalizar estrofas y poemas; en fin, a una especie de contención clásica por lo común ajena a la facilidad emotiva. Hay destinos y el de este poeta parece ser, abiertamente, un destino en las letras, aceptado con devoción y exacto entendimiento de los limites, que a veces se manifiesta sentencioso: “Cuando termine el silencio habrá nuevas voces”. Y otras, elusivo “Todo se oculta frente a la claridad de este instante. / Y aun asi, vuelves a estar de espaldas a la puerta”. Pero de pronto la voz queda como transida y el literato toca los extremos del hombre. Entonces dice: “Que la tristeza no me impulse hacia el mar. / Costas de La Habana, abiertas / en los días de invierno de mil novecientos noventa, / que la tristeza no me obligue a ser otro...” O cuando lúcidamente justifica el nombre del libro: “…traduzco para un amigo estos versos, / hechos con una rara claridad que los condena / y los aleja de cualquier estética al uso: / Serán barridos hacia otro horizonte, lejos de la corriente...” Realmente, un poeta mayor y una obra de profundo significado.
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LA HUELLA EN LA ESPESURA (Para leer Lejos de la corriente, de Edel Morales)
Basilia Papastamatíu
Recién publicado por Ediciones UNIÓN, Lejos de la corriente reúne casi totalmente la poesía de Edel Morales, por lo que su lectura permite apreciar el rigor de su escritura. Porque no se desperdicia ni escribe con ligereza. Y aunque en buena parte de sus versos alude a temas cotidianos o de la intimidad, a vivencias efímeras o a una simple percepción del paisaje circundante, y con un lenguaje cercano, comunicativo, su poesía no se limita a impresiones de superficie. Quiere calar hondo, desentrañar e interpretar lo que está más allá de lo visible. Siempre una intención conceptual acompaña al efecto estético, nada es gratuito ni frívolo, todo aspira a significar.
A partir, entonces, de su propia historia, de su ámbito geográfico y familiar, desde su natal Cabaiguán hasta La Habana, en una aparente crónica poética, más que trazar un itinerario de su todavía joven existencia -ni siquiera de su experiencia sentimental -invita al lector a seguirlo en sus percepciones, en su indagación y búsqueda del sentido de todo lo que de alguna manera lo ha atraído, intrigado o estremecido. Su poesía va en pos del conocimiento, de la comprensión de la realidad que se le presenta o impone, de la verdadera naturaleza y lógica de los sucesos y las cosas, de pulsiones, móviles y esencias. Porque cree en el poder de intuición y de revelación de la poesía: ...miro a la gente que va y viene despacio junto al mar. / Y me pregunto con el muro a la espalda: ¿tan sólo será la vida / un tiempo posible?’
Por eso Morales no prefiere los interiores, las penumbras, los marcos cerrados, sino las claridades, la luminosidades, los espacios abiertos, libres, que le ayudarán a descubrir, como los esplendentes mares, la densa claridad de los trópicos, los cielos, los ríos, los puentes y los parques y calles de la ciudad, y muy en especial, las ventanas: …¿quién hizo más por el país? / Escucho esa pregunta desde mi ventana de pasajero / y siento lo efímero de las verdades eternas... También: …Una ventana / es siempre una pregunta /--abierta hacia la luz sin sombras / que engendra el mediodía.
El poeta busca todo signo o señal en su entorno que lo pueda conducir a la verdad, a la posible luz al fondo del túnel de la existencia: ... nunca encontraste una premonición. / Nunca una franja de aire o un alma de pájaro trasmutada / en el mar violeta que sobrescribía tus preguntas.
No por causalidad uno de sus libros se titula Escrituras visibles: …Todo lo que puedes hacer es un lenguaje / iluminado por esencias / y por la belleza que ves en el conocimiento de las cosas. El autor intenta hacer visible todo lo que significa: ... Voy por los museos / tras la huella de un pasado / que da sentido a esta hora, / busco en mi vida / el destello inconfundible / que anuncie el momento del cambio,/ la cegadora luz de entonces…
En sus textos hasta los cuerpos aparecen, se exponen preferentemente en su desnudez, o sea en su transparente verdad, sin velos que los oculten o disimulen: ... La felicidad adormece mi voz y luego se aleja, /mientras abro completamente desnudo la ventana / y miro. Y también: …En el otro extremo del mundo ella permanecía desnuda.
Pero en su caso no se trata sólo de ver y de saber sino también de juzgar, de abordar el ya clásico tema de lo bueno y lo malo, hurgando en el comportamiento humano, en su razón moral, las posibles contradicciones o incoherencias entre el ser y el deber ser, para evitar que no nos agobie con su fatalismo eso que se ha denominado tan certeramente el sentimiento trágico de la vida. Y podamos entonces encontrarle a ésta una justificación detrás de su dramática apariencia: …Edades / para alcanzar al fin la gran inocencia / --en la vida y en la muerte / hicimos / lo que se esperaba / de nosotros: ... O cuando más adelante dice él mismo de sus versos: ... perdura en ellos la magia antigua del cazador, su fiebre por encontrar la huella en la espesura / su destino entre el bien y el mal. / Los acontecimientos se revelan demasiado visibles, / demasiado vergonzantes para una escritura / sumergida en el smog y en la frialdad / de la época contemporánea.
Y en ese buscar la luz de la conciencia, o ese sol del mundo moral -como diría Vitier-, su poesía también se debate entre dar claridad, transparente legibilidad a las palabras, o caer en la tentación de las atmósferas alusivas, del lenguaje simbólico tan propio de la poesía y del lenguaje hermenéutico. Pero Morales sale airoso en su difícil intento de conjugar las dos tendencias, atemperándolas y reconciliándolas en sus versos, y logrando dotar a éstos, a la vez, de elocuencia y misterio.
Recién publicado por Ediciones UNIÓN, Lejos de la corriente reúne casi totalmente la poesía de Edel Morales, por lo que su lectura permite apreciar el rigor de su escritura. Porque no se desperdicia ni escribe con ligereza. Y aunque en buena parte de sus versos alude a temas cotidianos o de la intimidad, a vivencias efímeras o a una simple percepción del paisaje circundante, y con un lenguaje cercano, comunicativo, su poesía no se limita a impresiones de superficie. Quiere calar hondo, desentrañar e interpretar lo que está más allá de lo visible. Siempre una intención conceptual acompaña al efecto estético, nada es gratuito ni frívolo, todo aspira a significar.
A partir, entonces, de su propia historia, de su ámbito geográfico y familiar, desde su natal Cabaiguán hasta La Habana, en una aparente crónica poética, más que trazar un itinerario de su todavía joven existencia -ni siquiera de su experiencia sentimental -invita al lector a seguirlo en sus percepciones, en su indagación y búsqueda del sentido de todo lo que de alguna manera lo ha atraído, intrigado o estremecido. Su poesía va en pos del conocimiento, de la comprensión de la realidad que se le presenta o impone, de la verdadera naturaleza y lógica de los sucesos y las cosas, de pulsiones, móviles y esencias. Porque cree en el poder de intuición y de revelación de la poesía: ...miro a la gente que va y viene despacio junto al mar. / Y me pregunto con el muro a la espalda: ¿tan sólo será la vida / un tiempo posible?’
Por eso Morales no prefiere los interiores, las penumbras, los marcos cerrados, sino las claridades, la luminosidades, los espacios abiertos, libres, que le ayudarán a descubrir, como los esplendentes mares, la densa claridad de los trópicos, los cielos, los ríos, los puentes y los parques y calles de la ciudad, y muy en especial, las ventanas: …¿quién hizo más por el país? / Escucho esa pregunta desde mi ventana de pasajero / y siento lo efímero de las verdades eternas... También: …Una ventana / es siempre una pregunta /--abierta hacia la luz sin sombras / que engendra el mediodía.
El poeta busca todo signo o señal en su entorno que lo pueda conducir a la verdad, a la posible luz al fondo del túnel de la existencia: ... nunca encontraste una premonición. / Nunca una franja de aire o un alma de pájaro trasmutada / en el mar violeta que sobrescribía tus preguntas.
No por causalidad uno de sus libros se titula Escrituras visibles: …Todo lo que puedes hacer es un lenguaje / iluminado por esencias / y por la belleza que ves en el conocimiento de las cosas. El autor intenta hacer visible todo lo que significa: ... Voy por los museos / tras la huella de un pasado / que da sentido a esta hora, / busco en mi vida / el destello inconfundible / que anuncie el momento del cambio,/ la cegadora luz de entonces…
En sus textos hasta los cuerpos aparecen, se exponen preferentemente en su desnudez, o sea en su transparente verdad, sin velos que los oculten o disimulen: ... La felicidad adormece mi voz y luego se aleja, /mientras abro completamente desnudo la ventana / y miro. Y también: …En el otro extremo del mundo ella permanecía desnuda.
Pero en su caso no se trata sólo de ver y de saber sino también de juzgar, de abordar el ya clásico tema de lo bueno y lo malo, hurgando en el comportamiento humano, en su razón moral, las posibles contradicciones o incoherencias entre el ser y el deber ser, para evitar que no nos agobie con su fatalismo eso que se ha denominado tan certeramente el sentimiento trágico de la vida. Y podamos entonces encontrarle a ésta una justificación detrás de su dramática apariencia: …Edades / para alcanzar al fin la gran inocencia / --en la vida y en la muerte / hicimos / lo que se esperaba / de nosotros: ... O cuando más adelante dice él mismo de sus versos: ... perdura en ellos la magia antigua del cazador, su fiebre por encontrar la huella en la espesura / su destino entre el bien y el mal. / Los acontecimientos se revelan demasiado visibles, / demasiado vergonzantes para una escritura / sumergida en el smog y en la frialdad / de la época contemporánea.
Y en ese buscar la luz de la conciencia, o ese sol del mundo moral -como diría Vitier-, su poesía también se debate entre dar claridad, transparente legibilidad a las palabras, o caer en la tentación de las atmósferas alusivas, del lenguaje simbólico tan propio de la poesía y del lenguaje hermenéutico. Pero Morales sale airoso en su difícil intento de conjugar las dos tendencias, atemperándolas y reconciliándolas en sus versos, y logrando dotar a éstos, a la vez, de elocuencia y misterio.
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